El destino no se equivoca cuando algo se asemeja, son realidades que tenemos que pararnos a pensar con mucha serenidad, son coincidencias de la naturaleza misma, por decir algo. Jesús de Nazaret, hijo de un carpintero y de María, nació en un pesebre, pobre de riquezas pero rico del alma y corazón, fue vilipendiado, humillado, con la mayor humillación, que un ser humano pueda resistir, traicionado y al final fue crucificado por el hombre, nadie quiso creer en él, corrió a los mercaderes de la casa de su padre, el Dios de los hombres, increpo a los sacerdotes para la época, convirtió a un recaudador de impuesto en uno de su discípulos, nadie creía, que era el hijo de Dios, hasta que murió, llego el arrepentimiento, pero demasiado tarde, ya el mal estaba hecho. Pasaron los años y otro hombre nace, pero este si era rico de cuna, de buena familia, Simón de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios, creció y aprendió con uno de los mejores profesores de la época Don Simón Rodríguez, pero c