Por Brunilde I. Palacios
Rivas y Antonio José Guevara
PRENSA ALTERNATIVA, COMUNITARIA Y PEDAGÓGICA EL NEGRERO
de San Agustín
Chávez
o Hugo…, como lo llamaban lo niños de Venezuela y el mundo, siempre estuvo comprometido
con Venezuela, con la unión de la América Hispana y con la paz del mundo. Se no
fue un amigo, un ser humano que no era de este mundo y que siempre estuvo
siempre pendiente de convertirla en una potencia para las futuras generaciones.
Se fue dejándonos un sabor de
compromiso, en el que siempre nos pidió que actuáramos con consciencia y que no
nos apresuráramos ante los momentos difíciles.
Se nos
fue con esa sonrisa y esa mirada en silencio que siempre lo caracterizaba y nos
servían de ejemplo para exigirnos que tomáramos en cuenta, lo bello que es
Venezuela.
Se nos fue Chávez…, a lo
mejor lo vinieron a buscar, pero siempre estará aquí, acompañándonos a los
negros, negras, morenos y morenas, exigiéndonos con esa miranda…, que aunque la
experiencia de la perdida, es irremediable y definitiva, siempre nos deja un
tropel de recuerdos para que el velo de la indiferencia no deje de descorrerse
para que no nos sepulten la memoria, aunque sea muy dolorosa y a lo mejor te
reúnas con el negro Juan Pírela, él de Vargas que se apodaba como Papito y
entre los dos siempre nos recordaran que nos es bueno que sigamos enarbolando el
sabor desolado de su significación, porque cada día perdemos algo, en el que no
es aceptable que te perdiste bajo la ley inexorable de la resignación o por la
aceptación de la imposición de lo desconocido, aunque desde el lugar de la
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